miércoles, 25 de junio de 2008

Acerca del campo, Victor canta por mi

A desalambrar - Victor Jara

Yo pregunto a los presentes

si no se han puesto a pensar

que esta tierra es de nosotros

y no del que tenga más.

Yo pregunto si en la tierra

nunca habrá pensado usted

que si las manos son nuestras

es nuestro lo que nos den.

A desalambrar, a desalambrar

que la tierra es nuestra, es tuya y de aquel,

de Pedro y María, de Juan y José.

(bis)

Si molesto con mi canto

a alguien que no quiera oír

le aseguro que es un gringo

o un dueño de este país

A desalambrar, a desalambrar

que la tierra es nuestra, es tuya y de aquel,

de Pedro y María, de Juan y José.

(bis)

.

No fue difícil, yo te explico. En primer lugar decidí alejarme de la sinceridad. Luego de las personas. Luego de los sentimientos. Ya estaba prácticamente apartada de la sociedad…te darás cuenta…yo siendo lo que era, era una farsa. Pero la gente me quería, no sé. Me inventé por completo y salió un buen producto. ¡Ni que fuera una mercancía! Bueno, en parte sí. Mi esencia se separó en diferentes cajas y en mi lugar pusieron otra cosa. Una cosita alegre. Pero ese lugar era para mí, la que estaba en diferentes cajas y que a su vez era la cosita alegre. ¿Me entendés?
Sobreviví así un tiempo. Por ahí algunas partes de mi espíritu encerrado querían escaparse, pero no lo permití. “¿Para qué? ¿Para qué?”, les gritaba. “Ustedes ya saben qué pasa si salen”. Y ahí se quedaban quietitos. Te explico: todo lo que me involucraba a mí como persona, el invento, la mercancía, todo, absolutamente todo tenía miedo al mundo, a la tristeza, a la decepción, a sentir. Y qué le íbamos a hacer, ¿enfrentarnos? ¡Pero no! Agarramos y nos escondimos, nos pusimos de acuerdo y huimos. Pintamos en un cuerpo vacío una sonrisa y ahí quedó frente al mundo. Pobrecito aquel cuerpo vacío, ¡las que habrá pasado! El mundo le pasó por encima. Definitivamente. Pero yo no iba a hacerme cargo. Demasiado con cuidar que el alma no se escape...
A todo esto, mentalmente andaba feliz. Había logrado mis fines. No sentía, no sufría, me divertía y disfrutaba de lo que me permitía disfrutar. La satisfacción esa de haber cumplido con mis objetivos, aunque hayan costado, no tiene comparación. Ah, no te pienses que lo recomiendo. A veces lo miro de afuera y pienso en mi cuerpo que se banca todo y en mi mente dominada por mi misma. ¡Qué locura! Ni se te ocurra copiarme. Te cuento nomás, para que entiendas...
Un día el cuerpo, que de por sí era un cuerpo muy querido pero muy mentiroso y muy solo, imaginate, un cuerpo vacío rodeado de cuerpos llenos de vida. ¡Pobrecito! Ahora que me pongo a pensar... ¡si lo habré hecho sufrir! Bueno, bueno, no me voy de tema. Decía…un día mi cuerpo salió con todos sus amigos cuerpos llenos de almas y cruzó una mirada con uno de ellos. ¡Ay, pobre mi cuerpo, pobre de mi alma, pobre de mis sentimientos, pobre de mí! Todos, los encerrados, la mercancía, el cuerpo, todos nos sentimos desnudos frente a esa mirada. ¡Terror! Vimos lo que éramos, la mirada nos vio tal cual éramos y nosotros nos ruborizamos y de golpe fuimos uno solo. De nuevo. Mi cuerpo se llenó de sentimientos, de sensibilidad, de música, de ganas, de futuro, de recuerdo. La sonrisa de desdibujó y no pude pintarla. Te lo juro, cómo me costó que vuelva a salir. ¿Sabés lo que pasaba? Si salía una sonrisa era puramente cierta. Era producto de la felicidad. ¡Y qué sabía yo cómo lograr eso! La cuestión es que ese instante fue eterno. Creo que me enamoré. ¡Hasta eso! Hasta eso…pero no lo sé. No lo sé porque me sentí descubierta. Y eso estaba en primer lugar. ¡Mi secreto! Se me iba. Yo ya era una y si no tenía vuelta atrás… ¿qué iba a hacer? Me sentí descubierta, reitero, y sentí también las ganas de llorar. ¡Ah no! ¡Encima eso! No quería soportar de nuevo el llanto, o el miedo, o la incertidumbre. Ni el amor. Ni la decepción. ¡Qué terror que tenía! Y me alejé. Di un paso atrás. Dos pasos atrás. Di vuelta la cara y me volví a dividir en mil partes. Por afuera seguía sonriendo. El cuerpo vacío volvió a dibujar la sonrisa. Pero de eso no me olvidé...no, y sigo viendo esa mirada y sigo sintiendo eso mismo que sentí. ¿Y adentro? Adentro lloré. Y de eso tampoco me olvidé. Y me parece que un pedacito de lo que tenía guardado en cajas se quedó en el cuerpo, ahora semi-vacío. Por los ojos te lo digo, a veces me delatan.