viernes, 25 de abril de 2008

Acerca de los impulsos


Impulso: deseo intensivo y repentino que lleva a hacer una cosa sin reflexionar o sin pensar en las consecuencias.



El primer impulso fuerte que recuerdo fue el de cortarme el pelo. Lo tenía larguísimo, con la raya al medio. Era aburrido. Era feito. Y una tarde en lo de Aniela, se cortaba el pelo Lula, se cortaba el pelo Gala, se cortaba el pelo Eugi, y me convencieron a mi. Y a partir de ahí no pare.
El siguiente fue el de hacerme el flequillo: me levanté un día y dije: me voy a hacer el flequillo. Fui a la peluquería y lo hice.
Una vez más, un cambio repentino.
Otro día, cuando tenía mis nuevas uñas tutti frutti me dijeron "y ahora te falta el mechón tutti frutti". Y lo hice. Y tampoco paré (consecuencia: ahora tengo toda la cabeza violeta oscuro).
Pero los impulsos no sólo han sido respecto a mi pelo.
Siento impulsos constantemente a hablar con cierta gente, mandar mensajes, comer, ir a ciertos lugares. Siempre recuerdo haber seguido mi instinto. Por confiar en el destino. Pero últimamente mi amigo destino me falló, y dejé de seguir(me).
Mi cuerpo dejó de sentir la necesidad de hacerle caso a la mente-impulsos. Los olvidé. Comenzé a vivir razonando cada acto: pensaba y luego existía. Y no digo que eso este mal...pero no sé, me gustaba sorprenderme con lo que hacia, aunque eso termine en una gran decepción. Porque mientras respondía a cada impulso, me imaginaba lo que seguía. Siempre era algo bueno: soñaba con una historia color rosa, con final feliz, con lo que sea. Pero no siempre se daba así y caía en un abismo gigante, que no tenía por qué soportar. Si todo era falso ¿para qué ilusionarse con aquello? Pero no voy a mentirles: eran juegos lindos que extrañaba mucho (extraño).
Ayer a la mañana tuve que ir al centro a hacer unas compras y a pagar inglés. Pensaba irme de ahí a la facultad, pero las bolsas eran más grandes de lo que pensaba y no quería soportarlas. Además, como era temprano, hacía tiempo de volverme en colectivo a casa e irme caminando a la facultad y llegar justito a las 11 de la mañana.
Cuando estaba llegando a inglés, veo a alguien correr hacia el colectivo (sí, ese alguien). El colectivo que iba a la ciudad universitaria. Y dije: me lo tomo, ya fue, me banco la bolsa y pago mañana inglés. Y cuando iba a salir corriendo a tomarlo, me frené. "No Laura, no Laura, no Laura". Y se fue el colectivo.
¿Cuánto hacia que no sentía algo así? Meses. Muchos meses. Y me asusté, porque fue un impulso demasiado fuerte. Creo que hasta me dio miedo de no poder controlarme, y me dieron ganas de llorar (ahh.... si andaré llorona últimamente).
Cumplí mis deberes de pagar y cuando bajaba en el ascensor, lo sentí una vez más. Me decía a mi misma "ya fue, tomate un taxi hasta casa, dejá todo y andate a la facu. Seguro lo ves ahí. ¡Seguro!". Y esta vez lo hice. En el taxi razoné un montón, y me inventé una historia de amor muy linda. Llegué sonriendo a casa. Corriendo, me preparé y me fui para la facultad (en colectivo). Cuando llegué no había nada-nadie (que yo busque).
¿Conclusión? Los impulsos son buenos. Como diría mi buen amigo & primo Emiliano:
"Dejese llevar por cualquier impulso que le venga. Ganar o perder siempre que sea apostando a lo que uno no sabe tah de 10... se aprende y mucho, sea en lo que sea". Y yo lo recomiendo. Pero mejor, para ahorrarse unos malos momentos, unas lágrimas, unas decpeciones, mejor no me hago caso y pienso y luego existo.