miércoles, 18 de junio de 2008

Capítulo I, II , III

I

Se necesitó una larga historia de personas, de amores, de miradas, de peleas, de rupturas para que Ana Güititi aparezca en ese espacio y en ese tiempo del mundo real.

En un principio, encerrada en una caja, Ana Güititi veía y acompañaba al mundo desde su propio mundo. Pero un día el amor la liberó, y sintiéndose la más poderosa y libre de cualquier dimensión en la que pueda estar, Ana Güititi fue verdaderamente feliz.

Fue cuando, luego de una sucesión de hechos resumidos en besos, abrazos, palabras, miradas y falsedad, la verdad del mundo real, la verdad que es la mentira, la encerró a Ana en su caja nuevamente.

II

Encerrada en su caja, Ana Güititi se hacia feliz y destruía simultáneamente. El mundo real no iba a comprender cómo podía ella vivir en una dimensión paralela, así que escondió su secreto en algún rincón de su mente.

Con el paso del tiempo, se convenció de que estaba en un mismo lugar, de que su imaginación era la realidad, y la destrucción comenzó a escaparse de su cuerpo y a ser evidente, así como la felicidad de basaba en la ridiculez.

¿La ridiculez? ¿Qué es la ridiculez? Se decía ella, justificándose y viviendo en aquel mundo paralelo que compartía la senda con el mundo real.

III

Un día la destrucción habló por sí misma. Y el mundo que rodeaba a Ana la escuchó, y quiso rescatarla. Fue cuando las palabras la envolvieron y le mostraron los dos caminos que había en realidad. Aquel camino suyo y aquel otro camino suyo, pero que no dependía sólo de ella. Decidió Ana Güititi elegir el camino que era sólo suyo, pero caminar escondida. Entre sonrisas y miradas verdaderamente falsas, la vida real de Ana continuó siendo una mentira